Diario de un dependiente de videoclub: El alquilador de porno.

En el año 2006 estuve trabajando como dependiente en un videoclub. Algo esencial en la vida de todo aspirante a director de cine. De aquella época tengo grandes recuerdos. Algunos buenos y otros no tanto. Pero lo que sí tuve fue  la oportunidad de conocer mejor a cierto tipo de personas. Esos seres que en plena era digital todavía bajan al videoclub de la esquina para alquilar porno. Esta es mi historia con ellos.

Son dos los tipos de persona que alquilan porno en el videoclub. “Los pasados” y “los disimuladores”. Los pasados (de pasados de rosca) se distinguen porque entran al videoclub y directamente van a la sección de porno. No les importa que la gente les vea escoger, rebuscar, bucear en la estantería. Incluso hacen comentarios para demostrar su valentía del tipo “vaya peras” o “a ver si traéis pelis nuevas”. Porque por algo se les llama “pasaos”. Si en la estantería del porno caben unas 100 películas, ellos ya se las han visto todas. Algunos incluso te piden que les confirmes si ya han visto esta o la otra. A su favor diré que es difícil acordarse de ciertos títulos como “Te follaré hasta los pies” o “Bellas y tetudas». La indumentaria es algo destacable entre “los pasados”. Suelen ser bastante extremistas. Los hay que siempre van duchados y engominados, y con gafas de sol, pero tanta elegancia se ve generalmente compensada por un increíble chándal color azul turquesa. A este grupo les denomino cariñosamente los “Don Johnson» (pasaos de vicio). Y luego están los otros. Los que no se lavan en seis días, los que se estrujan el pelo para echar aceite en la sartén, los que al devolverte el dvd no sabes si regresarlo a la estantería o quemarlo directamente. A estos no les denomino y punto. Se denominan ellos solos.
Por otro lado tenemos a “los disimuladores”. Se les distingue fácilmente al poco rato de entrar. Al contrario de “los pasados” que ya no tienen vergüenza ninguna, los disimuladores dan infinitas vueltas por el videoclub, haciéndote creer que quieren alquilar el último estreno de Woody Allen, con la mirada perdida en las carátulas. Incluso a alguna le dan la vuelta y hacen como que leen la sinopsis pero en vez de letras lo único que son capaces de ver son manchas borrosas generalmente con forma de teta o de culo. La táctica principal del “disimulador” es ni más ni menos que disimular. Y disimulan primero ante el dependiente, para que éste no crea que es un pervertido que sólo se interesa por el porno. Simplemente hoy le apetece otra cosa, hoy no está para existencialismos. Pero esto es algo absurdo ya que si es la tercera vez que vas al videoclub y las tres has alquilado porno por mucho que disimules ya estás más que calado. Y en segundo lugar disimulan ante el resto de la clientela. En contadas ocasiones verás a un “disimulador” dar el salto a la estantería del porno si hay alguien más en el videoclub que no sea él y el dependiente. Y si además, el otro cliente es una mujer date por perdido. El “disimulador” se tirará horas ante la sección de cine independiente japonés antes que pasarse por la zona que realmente le importa. Otra forma de reconocer a los “disimuladores” si es la primera vez que los ves por la tienda, es el momento en que les preguntas si les puedes recomendar algo. En un videoclub, cuando un cliente tarda más de lo normal en elegir una película se le suele “ayudar” recomendándole una u otra. Normalmente la gente acepta de buen grado tu consejo porque lo único que quieren es coger ya una peli y largarse. Si una persona, ante tu muestra de ayuda, te contesta: “No gracias, sólo estaba mirando”, esa persona es un disimulador nato. Los disimuladores en su aventura por alquilar una porno pasan por dos crisis muy diferenciadas. La primera, el momento en que pasan de la sección de cine independiente japonés a la de porno duro. La segunda, cuando ya han elegido el material y tienen que pasar por caja. Es algo digno de ser estudiado como si se tratara de un documental de Nacional Geographic.
Para resumir con la indumentaria del “dismulador” se puede decir que estos especimenes suelen ser unos frikis de cojones y por lo tanto llevan ropa propia de friki de cojones. Para ellos la moda de la ropa militar nunca pasó. Las gorras son imprescindibles. Las gabardinas siempre vienen bien, aunque sea verano. Las mochilas, una parte más de la gabardina…etc, etc.

¿Y entre “los pasados” y los “disimuladores” con quién me quedo? Pues la verdad es que admiro la poca vergüenza del “pasado”. Pero también me dan mucho asco. Sobre todo los aceitosos. “Los disimuladores” son bastante pesados. Además de poder tirarse horas disimulando, suelen venir a la hora de cierre que es cuando menos gente suele haber y hay veces que no sabes cómo pedirles que escojan ya la puta peli. ¿”Bellas y tetudas” o “Te follaré hasta los pies”? ¡Qué más da, si tarde o temprano vas a acabar viéndolas todas y evolucionarás al estado “Don Johnson”! En fin, todo esto y mucho más es lo que se puede aprender en un videoclub. Si un día os apetece visitarme quizás podáis comprobar de primera mano lo que es un “pasado” o llegaréis incluso a distinguir a un “disimulador” de un cliente normal. Pero si venís y os veo disimular os juro que os echo a patadas.

Junio de 2006.

Un comentario en “Diario de un dependiente de videoclub: El alquilador de porno.

  1. ¿Dónde está ese videoclub que tiene una estanteria de cine independiente japonés? Porque en mi ciudad no hay más que uno, raro, que tiene «algo» de cine clásico de ese que solo pasan en TCM, y pare usted de contar…

    Saludos, de una lectora ocasional.

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